La presencia del auto en el espacio subraya los desafíos de la supervisión de objetos cercanos a la Tierra y el uso eficiente de los recursos astronómicos.
El Tesla Roadster de Elon Musk, lanzado al espacio en 2018 a bordo de un cohete Falcon Heavy de SpaceX, ha vuelto a captar la atención del mundo científico. El 2 de enero de 2025, un astrónomo aficionado informó al Centro de Planetas Menores del Centro de Astrofísica de Harvard-Smithsonian sobre un objeto cercano a la Tierra, inicialmente catalogado como un potencial asteroide debido a su proximidad, incluso más cercana que la órbita de la Luna, a 240,000 kilómetros de nuestro planeta.
Solo 17 horas después de lanzar una alerta, los científicos determinaron que el «asteroide» no era tal, sino el Tesla Roadster de Elon Musk. La confusión subraya un problema más amplio: la falta de control sobre la ubicación de objetos lanzados por el ser humano al espacio, lo que puede llevar a identificar erróneamente estos como objetos cercanos a la Tierra (NEO) y provocar un desperdicio de recursos en monitorización innecesaria.
El astrónomo Jonathan McDowell del Centro de Astrofísica ha advertido en Astronomy Magazine que la desinformación en la ubicación de estos objetos podría desviar valiosos recursos de la supervisión de verdaderas amenazas potenciales. Aunque el error con el Roadster se resolvió rápidamente, el malentendido podría haber resultado en el gasto de miles de millones de dólares si se hubiera decidido enviar una sonda para investigar un supuesto asteroide.
Este incidente no es el primero de su tipo. En el pasado, naves de misiones como Bepi-Colombo, Lucy de la NASA y el observatorio ruso-alemán Spektr-RG también fueron registradas erróneamente como asteroides antes de corregir estas clasificaciones. Sin embargo, en contraposición, estas misiones tienen objetivos científicos claros, mientras que el Tesla Roadster, un experimento publicitario de Musk, no tiene un cometido específicamente científico.
Aunque la historia del Roadster puede resultar extravagante y anecdótica, no debería desviar la atención de los desafíos reales que enfrenta la astronomía moderna: la adecuada gestión y monitoreo de los objetos en órbita es crucial para priorizar los recursos hacia amenazas legítimas y avanzar en el conocimiento espacial.